6/14/2010

So here we are

Escogió acompañarla. ¿La razón? No la hay, simplemente decidió seguirla, compartir sus pasos, juntar ambos caminos. Pudo dejar que fuera sola, que anduviera sin protección, pudo, mas no lo hizo.

Eligió acompañarla. Siempre se había preguntado a dónde se dirigía cada vez que salía, hacia donde, cual era su destino. Esta vez lo sabría. Al fin, después de una larga espera, al fin.

Decidió acompañarla. Notó que tomaban la misma ruta. De mañana y ambos se dirigían al mismo lugar. Era raro que sin conocerla sintiera que lo habían hecho por mucho tiempo. Más raro aún era no haberla visto, no haber notado su presencia.

No tuvo que acompañarla. No era necesario, ella no se lo había pedido, sabría cómo llegar... ¿A dónde? Él no la guíaba, aunque reconocía el trayecto, por dentro no sabía a donde se dirigía. Sin embargo siguió andando a su lado, cruzando las grandes rejas de aquel gran parque.

No debió acompañarla. Tan hermosa y radiante, su largo cabello iba cubierto de un negro velo, con una marcada tristeza avanzaba temerosa, temblando por el frio y algo más.

Pero lo hizo. Ambos se dirigían a un grupo, todos vestidos de negro. El aire se sintió pesado y temió. "¿Por qué lloraban? ¿Qué era ese lugar?" De pronto sintió el frio, un escalofrio le recorrio la espalda, se detuvo en seco, no quiso seguir.

Se arrepintió de hacerlo. El frio lo hizo temblar, la incertibumbre lo obligó a retroceder. No quería avanzar, no quería ver, no quería recordar haberla acompañado. Caminando a su lado aquella oscura noche. Conversando y riendo, como todas las noches. Recordó con dolor la última vez que fue con ella, recordó su sonrisa y lo mucho que la quería. Recordó que caminaban y casi llegaban. Recordó el incidente.

Volvió a seguirla. Se vio con ella, tomados de la mano, riendo y bromeando. Recordó aquel grupo de chicos que pretendieron hacerles daño. Recordó haberla defendido, haber golpeado a uno. Entonces se detuvo. Recordó el estruendo, el frio, la caída. Recordó el pecho empapado en sangre, el dolor.

Lentamente tomó su mano. Vio a ambos lados, tumbas, mausoleos, flores, llanto. Vio la tristeza en el rostro de ella, sus lágrimas bajando por sus mejillas. Había recordado, era momento de la despedida.

Había decidido acompañarla. Se lo había prometido, hasta el final juntos, pase lo que pase estaremos el uno para el otro. Se vieron, abrazaron y no se dejaron ir por un largo rato.

Decidió acompañarla un trecho más. El ataud estaba próximo, pronto tendría que partir. Se tomaron fuertemente de las manos... Dudó. Se tocó el pecho, no había herida, la única era la de su brazo. Entonces recordó el disparo que le rozó el brazo y alcanzó a ella. Recordó haciendo lo imposible por salvarla, recordó haber fallado.

Le prometió acompañarla. Ella no se lo pidió. Él insistió. Ahora debía afrontar el dolor. Volteó a verla, ya no estaba. Solo él frente al ya cerrado ataud. Lloró, odió, no lo aceptó. Una luz a lo lejos llamó su atención, era ella. Le habló, le dijo que lo amaba, que no se rindiera, que ella lo esperaría. Él se desesperó, "estoy sólo", le gritó.

Ella respondió: no estás sólo, yo te acompañaré, lo prometo.