9/18/2009

Entre las 23 y 24 horas (17/18)

Solo en mi cuarto,
viendo la lluvia caer en mi ventana,
el frío colarse por la puerta,
a oscuras, sufriendo.

Me froto las manos, miro al techo,
este se humedece por las infinitas gotas
que caen suicidas. Cierro los ojos
y lloro.

Es un llanto cargado de
tristeza, odio, decepción, perdón.
Me seco las lágrimas
y pienso en ti.

En lo que fue,
pudo haber sido,
no llegó a ser,
nunca será.

Me embriago de este dolor,
me hago daño recordándote,
imaginando por qué me olvidaste,
sumido en la duda.

Tenía que hablar contigo, quería saber lo que había pasado, lo que ahora habría de pasar. No te encontré, a pesar de saberlo te volviste a ausentar. La maldita incertidumbre me invade. Tiemblo. Me insulto y golpeo. Lloro.

Abro los ojos, dejo de intentar ubicarte, me cubro el rostro con la frazada y me dejo adormecer por la punzante pena.

Duermo. Muero. Te extraño más que nunca. Me desangro por dentro.

Grito tu nombre... no respondes.
Maldigo el mío y este sentimiento.

Muero.

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