12/29/2008

Mi Dulce Martirio Lunar


I

La soledad surge de mi alma,
logra salir a flote,
logra salir de este inmundo mar de tristeza.

Bañada en púrpuro líquido,
embriagándose con la sangre que corre por tus venas
y llorando por tu adiós.

Quiero huir de este mundo,
unirme a ti, mi amada luna,
unirme a ti, a tu luminoso pecho,

beber el dulce vino que emana de tu seno,
beberlo y embriagarme aun más
para no recordar a aquella víbora

que transformó mi alma en negra noche,
que se bebió toda mi vida
y me dejó desangrar.


II


¿Qué por qué estoy triste preguntas?
Porque mis labios nunca besaron a mi amada luna,
nunca sintieron su frívola ternura,
nunca recibieron una caricia suya.

Siempre tras su infinita luz andaba,
tras sus blancos pechos yo me lamentaba,
lamentaba no poder cubrirla con mis besos,
lamentaba no poder dormirla con mi canto.

Odiaba a las nubes que siempre la tapaban,
la tapaban y arañaban con sus viles garras,
haciéndola llorar cristalinas gotas

que en mis blancas palmas, absolutamente todas, se empozaban,
y con mi llanto, en la negrura de la noche,
sin su amor y con sus lágrimas

de dolor yo me moría...

de dolor por sus sangrantes llagas.

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