1/19/2009

Sed...

Fijé mi mirada en la suya,
sigilosamente...
seductoramente...
aparté sus fino cabellos.

Mis ojos se encendieron,
la suave piel de su blanco cuello,
el calor de su sangre...
mi creciente sed.

Acaricié y besé
su hermosa garganta,
abrí de ponto la boca...
¡qué sed!

Penetré su virginal piel,
la sangre comenzó a fluir,
gota tras gota,
su sabor... ¡un metálico deleite!

La dejé recostada en su cama,
su pálido rostro,
su grandes ojeras...
¡tan bella!

Mía es,
no de Dios, ni de los hombres,
mas sí de mi padre Lucifer
y de este, su Ángel del Placer.

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